sábado, 20 de marzo de 2010

El hijo de las nubes, odalisca

Estimados lectores, ha sido una experiencia agradable el hacer este blog y tener algunos lectores que comparten el gusto por la programación; actualmente estoy empezando otro proyecto, muy personal,  con tecnología web  que espero compartir con toda la comunidad de programadores y necesito recursos porque es algo muy personal y mi situación financiera no es muy buena.

 Si alguien desearía apoyarme  tengo una tarjeta Oxxo Saldazo con el número:  4766-8408-7508-1593, cualquier apoyo lo pueden hacer en cualquier tienda Oxxo o en Banamex, les agradezco y que sus proyectos lleguen a buen fin.

otra escena del libro
Entrecierro los ojos, veo una tienda en el oasis de un desierto lejano, los camellos se mueven lentamente, los hombres toman café. Contemplo todo con claridad aunque nadie parece notar mi presencia. Una moza, adornada con un bedlah lleno de monedas, baila, mueve sus caderas, el calor se diluye al sentir la frescura de su aliento, mezcla de esencias olorosas que parecen no ser de este mundo sino de un lejano paraíso terrenal.
Sus movimientos me transportan a lugares donde sus pechos se mezclan con sollozos de niño hambriento. Se voltea, se inclina;, sus manos parecen serpientes encantadas. Dos músicos tocan el tambor, las flautas contrapuntean una melodía: dura, estridente, lánguida y sensual. Siento el impulso de brincar y unirme a esa danza formada de mundos, lunas, agujeros negros, túneles abiertos a otra dimensión. No me quedo quieto, estoy volando a través de su vientre, siguiendo cada paso de su misteriosa danza. Me quedo estático cuando recibo la orden, no sé si soy hijo del príncipe o de un méndigo, tal vez solo soy un esclavo, pero puedo contemplar ese instante en que todo se une y todo desaparece. Yo soy él y él soy yo y todos somos ellas. Todo se pierde en la bruma de mundos distantes. Soy el rey, el esclavo, el bufón, todo junto.
Me muevo y escucho en silencio; tengo la sensación que soy hijo de la odalisca; quiero estar en esa danza, pero no existo, existo solamente en el deseo, en el ansia de vivir, de trascender, no existo pero contemplo y escucho la danza que me dará origen esa noche de lujuria; tendré masa para vivir, ese sentimiento me hace feliz. Abro los ojos y a mi lado se encuentra la cuna de mi hijo. Amanece y siento frio.

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