lunes, 28 de noviembre de 2016

La venganza





Estimados lectores, ha sido una experiencia agradable el hacer este blog y tener algunos lectores que comparten el gusto por la programación; actualmente estoy empezando otro proyecto, muy personal,  con tecnología web  que espero compartir con toda la comunidad de programadores y necesito recursos porque es algo muy personal y mi situación financiera no es muy buena.

 Si alguien desearía apoyarme  tengo una tarjeta Oxxo Saldazo con el número:  4766-8408-7508-1593, cualquier apoyo lo pueden hacer en cualquier tienda Oxxo o en Banamex, les agradezco y que sus proyectos lleguen a buen fin.
Cualquier parecido con hechos o personas reales es mera coincidencia
Autor:Amado Jiménez Montiel ajimenez013@hotmail.com
Se permite la reproducción total o parcial, siempre que se cite al autor:
espero que lo lean con eso estare satisfecho
La venganza
La tarde era tranquila, apacible, algunas aves brincaban de rama en rama, distraído en sus movimientos, con una copa de mezcal en la mano  y el cigarro en la otra, note un movimiento en la maleza, era Santiago “La Yegüa”, que se acercaba a dar de comer a sus animales, el efecto del licor y el calor que empezaba a enervar mis sentidos  hizo que el coraje se me metiera en el cuerpo. Mi vista vago;  en una pequeña mesa reposaba mi revolver con el cañón largo como lo usaban los pistoleros del viejo oeste, me levante de la silla, di dos pasos y alcance el arma, apunte sin vacilar, me considero buen tirador, a todos los zanates que he tirado no han podido volar, más que al cielo o al infierno particular de las aves.
Empecé a temblar por la emoción, la rabia contenida, unas gotas de sudor cubrían mi frente, ¿dónde le daría? ¿en el pecho?, ¿en la cabeza o en el mero corazón? o solo lo dejaría tullido  o le tiraría en medio de ceja, jefa y oreja, me reía de nervios, es tan fácil arrancar una vida, yo me dedicaba a salvarlas pero ahora el enojo me impelía a hacerlo, yo dominaba perfectamente el patio vecino, el sujeto estaba a mi merced, el pensamiento de sus hijos llorando junto a él me detuvo, aunque él nunca pensó en los míos, cuando me tiro de balazos aquella noche; en ese momento tocaron la puerta fuertemente, guarde el arma en mi escritorio, me dirigí a abrir, era el papá del contador, mi compadre.
—Doctor, no me surtieron la receta porque es un medicamento restringido y dicen que falto que dijera Vo. Bo.—Sí don Tomás, no se preocupe, ahorita le completo ese dato —¡No doctor, hágame una nueva receta, por favor! —Es lo mismo, solo completo el dato ¡y ya! —¡No, no doctor, hágame una nueva! —El señor era muy necio,  me estaba sacando de mis casillas;  entro mi esposa con mis  dos hijos que venían de la escuela, aproveche para zafarme — ¡Ahorita regreso don Tomás!  Creo que deje el recetario en el coche —¡Dale agua de maracuyá  a don Tomás! —le dije a mi mujer.
 Salí a la calle, aborde mi carro, me sentí desazonado, recordé entonces la invitación del doctor Mosso, Mossito, que siempre me decía—¿Cuando me va a visitar doctor? yo siempre vengo a su casa y usted nunca va la mía, cuando quiera ir y el día que quiera yo siempre estoy de lunes a viernes, no salgo, así que cualquier día lo espero —encendí el carro y levantando polvo, llegue en unos cuantos minutos al pueblo de Coscahuatlán.
Llegue a su casa, una casa con ladrillos y tejas rojos con un patio fresco donde crecían limones y abundantes flores, me dirigí a la puerta, toque y grite, nadie me contesto, solo el silencio y el ladrido de unos perros lejanos, no estaba el carro del doctor Mosso, ni huellas de su presencia, me dirigí nuevamente a mi carro, cuando vi que la cortina de la ventana era movida por el viento, me asome y vi unas sandalias en la puerta, pero en lugar de estar puestas hacia fuera, estaban en posición como si alguien hubiera entrado,  alcance a ver un tacón de un zapato de mujer que asomaba en la recamara —¡Ah este condenado Mossito no ha salido! y de seguro ha de estar con una nueva conquista: un travesti, un alienígena o la joven divina je, je,je, este doctor es medio extraño, así que a grandes voces le grite: —¡Mossito ya me voy pero sé que anda por ahí!
Me senté al volante, empezaba a introducir la llave cuando sale el doctor, con su inseparable bastón, encorvado un poco, todo apenado, —¡Amigo, mi amigo, doctor Piña! ¡Milagro que me visita, disculpe, pásele doctor—¡No doctor si está ocupado, vuelvo otro día! —¡No, no se preocupe, usted es siempre bienvenido!— Pasamos a la sala, nos acomodamos, comente:—¡Lo que pasa es estoy muy alterado! ¿sabe usted Doc?  ¡Estuve a punto de matar a Santiago la Yegüa! así que preferí  despejarme y venir a verlo —Hizo muy bien doctor Piña, ahorita le cuento una cosa muy importante para usted, pero, dígame : ¿Por qué quiere matar a Santiago, yo sé que ese cabresto  presume de matón, pero es un cobarde, siempre ataca por la espalda, jamás de frente —Mossito, la verdad a casi nadie le he contado esto, pero  hace como un año, yo estaba en mi casa y aventaron una piedra en la puerta, al salir solo alcance a ver en la oscuridad dos fogonazos , me moví un poco y eso me salvo porque las dos balas pegaron como a diez centímetros de mi cabeza y oreja, alcance a distinguir que él que disparo era la “yegüa”,  si no me hubiera movido un poco ahorita no estaría platicando con usted.  Lo denuncie, pero ya sabe, su yerno es muy amigo del Gobernador y no le hicieron nada, así que sigue tan campante.
—¿y porque tanto odio, cual es el problema con su vecino? yo recuerdo que eran grandes amigos, él iba a todos sus cumpleaños,  hasta su hijo quería ser su yerno y hacerse novio de su hija Lupita.
—Si es verdad, él se hacía pasar como un gran amigo, incluso tenía las llaves de mi casa, me la cuidaba cuando salía fuera por semanas, según él, aunque realmente se me perdieron algunas cosas y empecé a desconfiar de él, yo siempre atendía a su familia, hasta ayude a que su hijo entrara a la facultad de medicina, pero  ya ve, la gratitud  es la más rara de las virtudes del ser humano.
—¨Todo comenzó porque me pidió pasar por un terreno que era mío, ya que él solo tenía salida a un callejón muy estrecho, lleno de hoyos, donde no podía entrar con su carro, así que siempre lo dejaba a dos calles de su casa, me dijo que me daría un dinero, unos catorce mil pesos, porque  lo dejara pasar a través de mi terreno con su carro, firmamos un convenio, así que él empezó a pasar por  mi terreno y hasta construyo una bodega de madera para guardar alimento para sus animales y un gallinero para sus gallos de pelea, yo no veía ningún problema porque era un terreno que yo no ocupaba de momento.
Después de encender un cigarro continué; —Así paso un año, pero un día tuve problemas económicos, me vi en la necesidad de vender ese terreno,  le dije que ya no podía darle paso porque iba a vender el terreno, por lo tanto le regresaría el dinero que me había dado, que  ya no podría darle permiso de pasar y que deberíamos deshacer el trato, él me dijo que no había ningún problema, que era mi terreno y yo podría hacer lo que quisiera; solo me pidió que le pasara una toma de agua, y le vendiera unos veinte metros en donde estaban sus gallos, yo accedí a todo eso..
—Así que vendí el terreno, descontando los veinte metros que prometí venderle, todo transcurrió normalmente durante unos dos meses, pero cuando los nuevos dueños empezaron a construir unas bardas, él llego con la policía y amenazo a los albañiles, alegando que ese acceso era propiedad suya, yo no estaba en el pueblo, porque estaba de vacaciones, pero acelere mi regreso y fui a hablar con él, a ver que pasaba, entonces Santiago me dijo que le hiciera como quisiera, que él no iba a dejar pasar a nadie por el acceso, porque teníamos un convenio firmado y me había dado dinero, yo le dije que todo eso lo habíamos hablado, pero él me dijo que él tenía ese documento firmado por mí y era lo único que iba a ser válido.
Tomando aire proseguí:—A partir de allí se vinieron demandas por ambas partes: los nuevos dueños y Santiago “La Yegüa”, ya que confiando en su palabra no le hice firmar ningún documento deshaciendo el trato anterior y para deshacerlo ahora, él me pedía una cantidad escandalosa de dinero, en fin , para no hacer largo el cuento, he perdido tiempo, dinero y casi la vida por esos odios provocados por un maldito loco, y como en todas las instancias legales me han dado la razón, pues me tiene un odio mortal.
De pronto salió una mujer, con un vestido floreado y arrugado, alisándose el pelo —¡Ah mire doctor Piña, le presento a Tania, mi primer y único amor je je—“único amor” pensé si este doctorcito ha tenido  como tres matrimonios y como diez amantes. El doctor Mosso se me quedo mirando fijamente y después de una pausa me dijo:
—Doctor Piña, le voy a decir una cosa, no sé como decirle, vera…, en la recamara del fondo, esta mi primo, que es de la costa, que me vino a visitar, dice que ya tiene una semana por aquí, y bueno no se imagina a que vino— retorciéndose las manos, el doctor Mosso se quedó en silencio y con cara de angustia, le dije: —¿Que pasa Doc.  a que viene tanto misterio, a que vino su primo? —Lo contrataron para matarlo —dijo lacónico, después de una pausa prosiguió: —Me dijo que lo habían contratado para eliminar a un hombre, ya tenía los datos, donde iba cada día, a que hora llegaba a su casa —¿Cómo así doctor Mosso?  —por las señas y todo me di cuenta que era usted doctor, claro yo le dije: ¡No puede ser, el doctor es una buena persona, bien a todo dar, además es un gran amigo mío! En fin, ya lo convencí de que no le haga ningún daño, también  por eso quise saber que problemas tenían como para llegar al extremo de querer matarlo, vamos a ver a mi primo.
Frente al primo, un hombre moreno, pelo chino y de mirada sonriente pero torva— le pregunte a quemarropa ¿Cuánto te pagaron por matarme? —¡cinco mil pesos!—¡Hijo del perro, en tan poco valoro mi vida!, y estuve a punto de decirle que yo le daba el doble para que le devolviera el favor, pero no dije nada.
—No se preocupe doctor, ya hable con mi primo y no hay problema, él ya me dio mil pesos para mis gastos, no tenga cuidado, me regreso a mi pueblo; haga de cuenta que no me ha visto— Dijo el primo costeño del doctor Mosso.
Me despedí de mi amigo el doctor, agradeciéndole por todo; pasados dos días fui a una comida, casualmente el amigo del anfitrión  era el subprocurador, le conté mis problemas y me dijo: — Venga a verme a la oficina pasado mañana y vemos que se puede hacer doctor.
Ese fin de semana  no pude estar tranquilo, empecé a planear mi venganza, como proteger a mis hijos, llevármelos lejos y solo regresar a matar a ese desgraciado; con mis propias manos, hacerlo sufrir antes de que quedara muerto, mi corazón rezumaba odio y sed de venganza.
Estando en la oficina del subprocurador, le expliqué detalladamente todos los antecedentes,  me dijo: —¡Mire doctor, quiere que arreglemos ese problema de una vez por todas!—si claro, lo que quiero es no tener más problemas con ese desgraciado—  
Salimos de la oficina, le hablo a un comandante de sobrenombre “Panchito” —¡Hey Panchito vente para acá al restaurante de “la jaiba enamorada”! te invito unas cervezas bien heladas— En un tato  llego “Panchito”, enterado de todo el asunto, sentencio: — Sí doctor pues usted póngale diez mil y asunto arreglado —le dije que sí y quedo de hablarme a los dos días, así fue.
—¡Doctor lo quiero ver! —y me cito en un lugar, me dijo:— Ya lo tengo ubicado, ya sé a que horas sale, a que horas llega, a donde va, siempre va a ver a sus vacas como a las doce,  las doce es la mejor hora de llevar a cabo el asunto , nadie se va enterar y por ese tipo de personas, nadie investiga nada, aparte voy a llevar un silenciador y ni quien se preocupe —yo asentí, me dijo que el próximo jueves todo estaría terminado.
El jueves a las nueve de la mañana —me encontraba leyendo un misal, que tome distraídamente, cuando leí unas líneas que decían que solo DIOS tenía el poder de darte vida y de quitártela, solo él y nadie más, esa idea se fue metiendo en mi cabeza, más y más, así que a las diez me comunique con el comandante “Panchito” para que suspendiera todo el operativo —¡Doctor ya todo esta preparado, ya los muchachos están listos, ya se hicieron varios gastos— le dije: —¡No comandante, por favor suspenda todo, yo le daría dos mil por sus gastos pero déjelo todo, no haga  nada por favor, se lo suplico! —¡Bueno usted sabe doctor pero a mí se me hace que se va a arrepentir, solo espero que no lamente su decisión!
Me sentí liberado y me  prometí  tratar de vivir alerta por un posible ataque, así que yo siempre andaba armado, a todas horas con la zozobra, pasados dos meses me dijeron que “Santiago la Yegüa” había muerto, unos decían que le había dado un infarto estando en el campo, otros que lo había picado una víbora de cascabel, otros hablaban  que se cayó de un caballo, otros decían que alguien lo había balaceado, en fin, no sé todavía como murió, no me intereso investigarlo , al parecer tampoco a nadie le intereso saberlo,  pero cada mes le rezo una oración y le agradezco a DIOS y a todos los santos no haber tenido nada que ver en el deceso de un semejante, por que les aseguro que no lo mande ejecutar solo fue justicia divina, ¿o tal vez no?
FIN